LOS SUEÑOS DE LA RAZÓN
Hoy de nuevo he vuelto a tener extraños sueños apocalípticos… Esta vez no eran bolas de fuego caídas del cielo, esta vez era agua, mucho agua. Pero como siempre, se mezclan imágenes, sensaciones, personas… Lo malo es que después de experimentar con el fin del mundo uno se levanta raro, apagado, aún con las imágenes del desastre dando vueltas en la cabeza.
Nunca he creído en los sueños premonitorios, siempre he pensado que construimos nuestros sueños a base de imágenes que hemos visto y que, aunque creamos que no les hemos prestado demasiada atención, han quedado grabadas en nuestro subconsciente y salen a la luz cuando menos lo esperamos. También creo que el deseo de algo influye enormemente en los sueños, basta desear a una persona con mucha fuerza para que un día, de improviso, aparezca en tus sueños y te deje tocado, aunque no hundido.
La verdad, dicho sea de paso, es que para lo único que me sirven estos sueños acerca de catástrofes es para darme cuenta de que como guionista de cine y director no tendría precio, ¡Menudas películas se montan día sí y día también en mi cabeza!, dignas del Oscar al mejor guión original y a los mejores efectos especiales.
Aparte de estos sueños con tintes de desastres gigantescos, siempre ha habido constantes en mis sueños que se repiten hasta el infinito. Por ejemplo, en mis sueños siempre es de noche, nunca hay sol, todos mis sueños transcurren en penumbras, con una excepción: en los sueños apocalípticos que experimento de un tiempo a esta parte sí sueño con la luz del día en ciertos momentos. El agua nunca es cristalina, siempre es agua turbia, que impide ver a más de dos palmos de distancia una vez estas dentro. Nunca me veo a mí mismo, siempre lo veo todo desde mis ojos, soy parte del sueño y lo protagonizo junto a más gente, pero lo veo desde el prisma del espectador participativo. Casi todos los objetos, personas o animales que aparecen son reales, es decir, a simple vista no tienen ningún rasgo que los haga seres de ciencia ficción, pero siempre hay algo, siempre hay algún momento en que aparecen personajes completamente surrealistas, dignos del mejor óleo de Salvador Dalí: en el sueño de las bolas de fuego era el artilugio que portaba de cara a protegerme de su impacto, el esqueleto de un paraguas, sin la tela… En el de hoy eran unos gatitos pequeños que vivían atemorizados de los nidos de avispas y preferían morir ahogados a ser picados por estas, pero… además eran de colores irreales: rojos, verdes, azules, naranjas…
Me reconforta saber que en todos esos sueños estoy tranquilo, nunca cunde el pánico y todo se desarrolla de forma pacífica y sin sobresaltos. Sé que siempre he dicho que no temo a la muerte, pero siempre he pensado que eso es porque no la he tenido cerca… En estos sueños la tengo tan cerca que hasta la toco y sin embargo permanezco inalterable, en total calma…
Me intriga hasta que punto somos conscientes de los sueños mientras soñamos, es decir, qué parte se produce de forma inconsciente y qué parte es modificada por nuestra propia conciencia. ¿Es nuestro subconsciente capaz de hacer cálculos mentales sin ayuda de la Razón? En muchos de mis sueños realizo operaciones matemáticas sencillas y las recuerdo resueltas perfectamente, el resultado es correcto siempre, en este último sueño del fin del mundo, mientras vago sobre el agua con una balsa hecha de troncos y cae la noche, me doy cuenta de que el sol ha muerto, que nunca más lo volveremos a ver y que, la única luz que nos queda es un tenue resplandor violáceo en el cielo, fruto del crepúsculo. En ese momento, dentro del propio sueño he empezado a hacer cálculos detallados referentes a cuánto tiempo sobreviviríamos sin el sol, con razonamientos fruto de la lógica. Además en estos sueños me es imposible escapar, es decir, me he llegado a despertar en mitad de la noche sabiendo que había soñado algo muy extraño y al volver a dormirme he retomado el sueño en el mismo punto en el que lo dejé al sobresaltarme. Eso me lleva a preguntarme hasta que punto lo que soñamos no es más que un viaje consciente de nuestra mente hacia momentos o situaciones de vidas paralelas…
Me pregunto cuál será el siguiente: fuego, agua… ¿Qué más elementos apocalípticos me quedan por vivir? ¿El aire quizás? ¿Un tornado? Habrá que esperar a que llegue el momento de soñarlo para comprobarlo, mientras tanto me reconforta la idea de que, si todo esto sucede algún día, sé que no estaré solo, siempre aparece gente a mi alrededor, familia, amigos, desconocidos a los que no he visto en mi vida… Pero lo que más me tranquiliza es que en todos mis sueños apareces tú, aún no te he puesto cara, aunque sé que eres perfecta por la paz que me transmites… Además, siempre me besas antes de acabar todo… Tal vez Quino, el creador de Mafalda, no andaba tan equivocado al decir que el mundo debería ser al revés y que deberíamos morir en un orgasmo, acaso finalmente me marche de este mundo fundido en un largo beso… Quizás…
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cristina -