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Rincón de los Paraísos Múltiples

DICIEMBRE OTRA VEZ...

DICIEMBRE OTRA VEZ...

 

De nuevo diciembre, otro año más que se me escapa entre los dedos, como si fuese el humo de un cigarro que fumara deprisa, apenas sin tiempo, a caladas largas. Y al igual que cuando fumas ese cigarro a toda velocidad, la sensación es de mareo, de vértigo… y de miedo, miedo al pensar que ha pasado un año más y que sigo estando vacío, que no encuentro lo que busco, que no alcanzo las metas propuestas. Es algo que me obsesiona: estar pasando por esta vida sin conseguir aquello que anhelo, aquello que un día soñé alcanzar.

 

En apenas un suspiro he consumido la que podría tratarse de la mitad de mi vida, casi sin darme cuenta, casi sin sentirlo, sin disfrutarlo, sin hacer cosas que realmente merecieran la pena, pasando desapercibido para tantas personas…

 

En apenas un mes, estaremos comenzando un año nuevo, la esperanza de 365 días de buenos momentos, esa esperanza, que nunca he perdido en ni uno sólo de mis 365 meses de vida, de mis 133212 días de vida.

 

No podría decir cuántos de esos días han sido felices, ni siquiera puedo decir que alguno de ellos lo haya sido, supongo que es algo que va por momentos, que fluctúa, que va y viene. He vivido momentos preciosos, momentos que guardaré para siempre en el disco duro de mi memoria. Por mi vida han pasado personas cuyo recuerdo ya está grabado a fuego o tatuado en mi piel, en mis recuerdos. Personas maravillosas a las que no tuve tiempo de conocer más, a las que sigo echando de menos cada minuto. Personas que tenían la extraña capacidad de hacerme daño tantas veces para luego compensarlo con una curiosa forma de darme su cariño. Otras personas han pasado por mi vida y, a pesar de que en algún momento creí que se quedarían para siempre, su paso fue más bien destructivo y forjaron ese carácter apagado y serio por el que muchos me conocen (mal, he de confesarlo, ya que cuando se me descubre, se revela una persona que anhela vivir, que anhela estallar de risa, que siempre que tiene la ocasión se dedica a hacer reír a los demás) pero que sólo es un escudo contra el amor ocasional, una protección contra todo aquello que pueda resultarme dañino, una forma de alejarme de aquellos que quieren dar cuenta de mí.

 

Treinta y un días para tratar de arreglar todo aquello que pude haber hecho mal este 2008, al menos para arreglar todo aquello que concierne a mi vida, ya que, dicen, para poder arreglar el mundo, primero es necesario arreglarse a uno mismo… (cuántas veces habré escuchado esto y qué poca atención le he prestado siempre). A modo de descargo, diré que este año me he centrado bastante en no pensar en nada, en dirigir mi vida lo más recta posible hacia un fin que aún no está claro, hacia un objetivo que aún no se me ha mostrado, he dedicado cada día a ser una persona adulta (he dejado el alcohol, no es que bebiera mucho, apenas unas copas cuando salía, pero ya no bebo nada que contenga alcohol, he dejado de salir la mayoría de fines de semana ya que los planes que se me proponían me parecían bastante distantes de lo que se supone que debe hacer una persona que ya ha cumplido la treintena…) Quizás por eso, este año me parece diferente, se me ha pasado de la misma forma fugaz, pero sé que he alcanzado un punto más en la madurez de mi ser, algo poco extraño teniendo en cuenta que siempre he ido un paso por delante de los demás en ese tema.

 

Treinta y un días para hacerlo bien… Prometo intentarlo al menos…

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